Tras la vuelta del viaje sofocante
de trabajo en la guerra que no es mía
paguen el estipendio a mi osadía
que yo haga lo mismo con mi amante.
Hoy te he vuelto a tener, tatuaste
la espalda que mi mano desvestía
descubriendo la serpiente que lucía,
la mirada del reptil es tan distante
Además de pollitos en los platos
en bandeja te entrego desgarradas
mis palabras y fotos de mil llantos.
Hoy dispones mi cuerpo en arrebato
que el reptil que tienes me devore.
No espero verdades del asfalto.
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
y cada muerte es tan dura.
Qué horror, iniciar a un niño
a la mesa de casa de la sangre,
qué vileza el pensar
- así serán más fuertes –
nada queda de las tres potencias,
solo quedan fuerzas
para vomitar encerrado
en los lavabos.
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
y cada muerte es tan dura.
Haremos intentona de encontrar
en la mañana un nuevo hermano.
Quitar al niño compungido
entre todos
el espectro de sus manos,
entregarle algo suave y claro
¡Que es un niño!
¡Que era un niño sano!
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
y cada muerte es tan dura.
No traigáis a críos
a la malvada fiesta, nunca,
no la deis a nadie, a la fuerza
la sangre de vida arrebatada
que corra por las venas,
no por la hierba, no en las aceras.
No apagues la luz,
menos si es de mirada ajena.
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
y cada muerte es tan dura.
Todos los muertos
menos uno,
están mal tapados.
Todos los que no hemos muerto
nos van asesinando.
Desdoblados en padres y hermanos
y también en arropadas oscuras
capas espectrales.
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
Y cada muerte es tan dura.
Sellaran las bocas de los vivos.
Tan fuerte es la mirada
de los ogros
como fueron la leyendas
de vampiros
en aquellos pueblos
de no andar o hablar
a tus anchas el camino.
Ayer volvimos a morir asesinados
hoy volvemos a nacer
Y cada muerte es tan dura.
¿tentaré la lengua envenenada
de indignos lacayos
Regaliz,
como
tus lunares.
Caramelos de fresa,
como
tus labios y como
tu lengua
menta.
Fruta mora,
como
tus pezones de cristiana.
Y sorbo de anís
fresco,
como
tu sexo.
Aguanto mal
tierna y sensible,
tu cuello, tus manos
y tu voz.
Aguanto mal
y pierdo la razón
cerca de tus pechos
apretados y bellos,
inventados
bajo tu camiseta.
Aguanto mal
tu andar gracioso
solo comparable a tus luceros.
Aguanto mal
si bajas la mirada
y tus ojos escriben
amor desnudo en verso
sobre tu tablero.
Aguanto mal
tres lunares
del sereno universo
que contiene tu pasión
imaginada.
En ella me figuro
y no en ese lugar,
aquí quisiera
comer fruta desnuda
amarnos mil veces
en la cama y en el suelo
contra la pared y en el baño
de una suite desnuda
llena de amor.
Aguanto mal
porque
volverme loco quiero
sobre ti y tu sobre mí
quisieras.
Rosa prieta entre tus pechos.
En tus rosados labios
rosa roja.
Acarician tus manos
una rosa cálida
sin espina
Y tu jardín regado
para rosa roja y blanca.
Una cajita de chuchería.
Una pirata buena
con pata de palo,
mami.
Resignada
a...
comerse otra galleta
con cara de familia.
Contenta
con sus gafas de sol
antiguas,
con menos dolor
en la mirada,
alucinada,
medallitas de los santos
y un rosario de plástico.
Mami
tontorrona
tiene pájaros y centellas
en la habitación,
y me dice
-he visto
el mueble del salón
lleno de chocolate-
que alucine
mami.
-¿Donde está el perrito
de orejas de puntas ?-
que alucine
mami.
Ya no tienes
los pies fríos
mami.
Bebe con pajita.
Y disfruta
de los chistes
de tus primas.
Y por la noche
escucha
como se tiran peos
las vecinas,
mami
como siempre
se ríe
de mis tonterias
tapándose la boca
para no hacer ruido
mi pequeña tímida
mami
y para que no sepa
yo
que se ha quitado
los dientes
por un rato
y mami
se duerme
rendida
en el hospital
tranquila.
Pasó mi día
y pasó
nuestro santo,
hicimos el amor
reventados.
Repuse el reloj,
leí verso cubano,
poemas de Baquero
y Mirta Aguirre.
Tú duermes,
yo empiezo a hervir
y me levanto,
me acuerdo
del pequeño
Tarzán, nuestro jilguero,
le lleno de alpiste
el comedero.
Decidido está
no tendré mas pájaros,
bastante tengo
con los de mi cabeza.
Dicen que si libro
a mi amigo
Tarzán encarcelado,
morirá... antes,
que no sabrá
buscar el agua
que no podrá volver.
¡Ya tengo campo!
Crearé
Rebosantes comederos,
guiaré arroyuelos
de agua clara,
donde puedan
saciar los pajaritos
los sabios
su ansia diminuta
los perdidos
su sed y su cansancio.
Dejaré que coman de los arboles,
y no habrá espantajos
ni jaulas, ni trampas.
Así los oiré y veré
y no tendré mas pájaros
que los de mi cabeza.
Hoy.
Ya no tengo campo.
Unos buscan,
uno encuentra.
Todo es oxigenado
por el agua que mana
precipitándose
dese lo alto,
exhalando
un bello suspiro
mirada tierna,
gotas,
miradas nuevas
que sobre la hierba
llegan lejos.
Los elefantes se suspenden
sobre los vapores.
Y aquel que buscaba
un remedio
llegó tarde a su cura,
la boca abierta, la cara vuelta,
solo recibe aguas negras
de una nube equivocada
que creían era Dios.
Atrás quedaron
los labios sellados.
Mientras, aquél
que tiene
pájaros en la cabeza
se reposa en casa,
rodeado de los animales
del perro tigre,
del elefante amarillo
que viaja con un ratón,
de las hormigas y las cochinitas,
de los parásitos en los naranjos,
pero ignora que bajo el cemento
de los cimientos
murieron aplastados
las aves y un puerco espín.
Desconoce quién,
pero acepta las ofrendas
que son para los Santos.
Tu cuerpo piel
liga suaves telas
Me creo ese tejido
impregnado y fresco
a tu aire, contigo,
cálido por ti.
Leve humedad
de tu secreta fantasía.
sujeto tu pecho
con suave fuerza.
Encajado
abrazo tu sexo
por detrás,
abrigo tus piernas,
beso tus hombros
cubro tu vientre
y soy tu capricho de diario.
Tus juegos prometidos,
tus caricias
¿cuando?
Tu voz como un susurro
pegada a mi oído
¿cuando?
El calor de tu piel ligada
¿cuando?
Tu desvergüenza, a solas
¿cuando?
Tu sabor
¿cuando?
Tus dedos libres
apretándome
¿cuando?
Nuestra voz
ya sin razón
¿cuando?
Tu peso, exhausto
¿cuando?
Tu mirada, recostada y satisfecha
después del amor
¿cuando?
Mírame
si quieres mis ojos.
Entre abre tus labios
si quieres mi boca.
¿Que quieres?
apriétate
y me aprieto.
¿Que buscas?
mira
y sigo tu mirada.
Habla
y ya no hay más sonidos.
¿Juegas conmigo?
Me gusta, sí,
¿Cómo iba a ser de otra manera?
Si me enseñas tus bragas
sobre tu sexo situada.
Si preguntas
levantando la ligera falda
¿Te gusta mi esmeralda?
oh… Qué conjunto más perfecto
qué lugar, carne, deseo,
qué piedra fuerte verdeada
de impenetrable virgen floreada.
Puerto vaho y oscuro es el de hoy
y en él me soban manos interesadas,
voluntarias me llevan, me conducen atrás
siempre a tibios pozos y derivas voy.
Nunca son fríos antes, si no estoy
al rojo me sobran todas las pisadas
del miedo al mesón helado no se nada,
si del aguardiente de íntimo bocoy.
Tu piel castigada otrora por el Sol
la baña el sudor que nunca oí caer,
sentí de tu humedad sabor y olor.
Mostrar este dolor, querer de amor
como “un indio” “morder” flojo el papel
Para decir ¿en donde estás? Mi caos.
Allí, cerca
de lo dulce a lo salado,
de lo prieto a lo extendido
como si nada
el río se pierde.
Domingo y temprano
un perro con su amo.
Tres pescadores al otro lado
dos deportistas, su meta
un contemplador fui.
Silencio, afonía
que el avión rompe
corta potente despegándose,
se va...
Y entre la calma rota
Vuelve y se impone
el sosiego acariciado,
bostezo último del mar
de chinas y arenas
desligadas, revueltas
entre la sal disuelta,
rompe suave el mar
y se retira para poder volver
constante, pausado y limpio.
Cielo tan bajo,
entre este celeste
todos habitamos
mudos y disimulados
cada cual a lo suyo
como siempre
corta la brisa.
La gaviota se mantiene
a dos metros del suelo
a cinco de mí
contra el aire, cometa sin hilo,
hoy no traje mi dragón
me has ganado.
Uno cachea entre las rocas
mejillones, lapas y cangrejos
y después entre la arena
rastreara útiles coquinas,
yo buscaré piedras, ramas y deshechos.
Respiro el fresco mar inigualable
me fijo en los mohos verdísimos,
entre bañados, gesticulantes y juguetones
los mueve el mar, suaves más que el terciopelo.
Un tronco arribado me confunde
y creí volver a ver
a un delfín cansado o muerto.
Allí, cerca
de lo dulce a lo salado,
de lo prieto a lo extendido
como si nada
el río se pierde.
Nacen nueve hojitas de papel
en mi mesilla
tras la noche mora.
La primera es un X
de dos flores, infeliz y granada
devorada por un falso flamenco
que la masturba.
La dos es el retrato de una gilipollas
por un gilipollas
(así es la nota del borracho).
La tercera, soplona y alcahueta
cayó por el váter cerrado
por eso no vuelve.
La cuarta es un calvo mamado
que nos hace la competencia en tangos,
pero ellas huyen del sátiro, que desatino.
Después del baile viene la quinta
¡Se quitan hasta los zapatos para aplaudirnos!
¡Somos los reyes del mambo! que gracia.
En la sexta hora, hoja, empieza a sonreírme
la mala Fortuna ¡Chiquilla!
Es la hora de los trastos
del macarra y del gorila,
haber si nos la dan.
A las ocho nos la jugamos
y de planta en planta nos votamos.
¿Podrías tú, acostarte con la muerte
por amada? Yo teniéndola detrás
pegada, de lejos vengo a verte alma,
siempre esperando -sí- claro.
¿No ves nada? ¿Noche, día? ¿Vida...? Invierte.
Desnúdate y palpa descalzo las tierras
de mi cuerpo, traspásame la mente
¿Duda la sed ante la oscura fuente?
¿Yo laureles al...valor? No me sabe.
Igual que los caimanes y los lobos
soy hijo, amante, amigo de cobardes.
También me hallo entre los lodos
curativos, fresco en friegas de alcoholes
perfumados y brindo y vuelvo a ti.
En la cama, contra el suelo
apoyada a la pared
sobre la moqueta de una suite
llena de amor.
Volverme loco quiero
para ti y tú por mí
quisiera.