(Cómplices) A propósito de otra obra

 Obras en un juego de fuego entrecruzado, fertilizando nuevas sensaciones.

Los ojos, todos ellos me mostraban pena, dolor y rabia.

La atmósfera se inundada de rojo magenta.

Un árbol de sangre era la señal de que habíamos llegado.

Nos sobrevolaban seres metálicos, vuelo bajo, eso sí

destacaban los gordos azulados por la panza

que se hinchaban con la respiración –bufidos-

helicoidales pasan como redondas nubes de oxigeno ajeno

y manchado, siempre de polvo seco y frio.

Alados, hígados ligados al árbol de la sangre, me revolotean

jugando a ser los libres, sin plantearse que o quién es Ella.

Comunico:

Que el elefante raptado está enfermo en su jaula (jodido).

Y el “Héroe Principal” (joder)

el de las tres cabezas, el de los mil ojos y el de el cuerpo de goma ,

el de los zapatos azules y grandes (un numero mas para pisar amplio)

presume de presencia, contraponiéndose,

contraponiéndose con su sonrisa

a un cementerio nuevo y viejo, ya con forma de piraña

sembrado y listo para la bandera de los hijos falsos

la que no llevó la madre ni la quiso

aún.

El aire libre, fino, se mezcla en todas partes,

entra en los cementerios, sustenta a las moscas,

sirve de conducto para los sentidos, lo respiran los elefantes

rodados,

se lleva el olor de los muertos y va desapareciendo poco a poco.

Sobre el elefante amarillo viaja el mono

y sobre mi celeste viaja aquel que tiene pájaros en la cabeza.

Ya te lo he dicho ¿recibes de paso por la Luna?

En el camino han encontrado huracanes y no al joven elefante moteado

se han cruzado con todo lo mencionado pero no saben dónde está

el joven elefante amarillo de manchas blancas y patas negras

al que solo le dan raspas de pescado para que se alimente.